Sara se convirtió en Agua

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Sara se convirtió en agua

Si tuviera que contar esto desde el principio, debería decir que Sara se despertó una mañana soñando con sus dos abuelos, uno estaba muerto, el otro estaba vivo, pero supuso que el segundo se iba a reunir con el primero, por esas razones premonitorias que te dejan esos sueños raros que parecen del mas allá.

Se levanto pesada de la cama y con frío, el otoño había venido para quedarse, y era la estación que, en particular, ella se sentía mas identificada en ese largo año. Sara era como un árbol sin hojas arrebatado por el viento. Sentía frío más de lo normal. Todo en ella se seco, se murió y se cayo al suelo. Podía sentir en cada pisada el crujido de algo que solía ser de ella. Y aún, con la muerte arrastrándola como una sombra, se hacia el desayuno, comía, se vestía, y salía de su casa, dispuesta a cumplir la rutina. Sara sabía que a la gente no le gusta ver demasiado a un árbol sin hojas. A la gente solo le agradan personas felices, sin sombras raras, ni crujidos de muerte.

Cuando caminaba últimamente, le daban miedo los árboles.  Podía recordar que antes los árboles en hilera, eran su personal satisfacción de contemplar la naturaleza. Pero ahora le asustaban, le daban vértigo al caminar. Le provocaban una intensa sensación de irrealidad, y a causa de esto, le nacía una enorme urgencia de salir corriendo. Pero claro, no lo hacía. Solo concentraba su miraba al suelo y seguía caminando.  Esa mañana, sin embargo, no tuvo ganas de seguir con la monotonía. Los árboles se volvieron tan altos, tan monstruosamente simétricos en patrones a su costado, que la descompuso al borde del vómito. Así que Sara se fue a un bosque. Capaz todos sus miedos la terminaban por devorar y ya no tenía que pensar más en nada.

Había un árbol muy especial en aquel bosque, ni muy en el centro, ni muy al costado, su ubicación era perfecta. Un magnetismo extraño se apodero de su pequeña existencia, y supo que, al abrazar aquel árbol, se abriría ante ella una puerta…

Así que con todo el vértigo que implicaba caminar entre los árboles, avanzó con pasos torpes hacia lo que tanto le esperaba. Su instinto no se equivocó. Por alguna razón, estaba en frente suyo, por alguna razón, ese árbol en aquel bosque, en esa mañana, estaba enfrente de ella, y de nadie más. Así que solo siguió la corriente… los chinos dicen que hay que fluir como el agua. Ella decidió no ser más un arbusto muerto, y aunque no sabía las oleadas que iban a emerger de todo aquello, Sara se convirtió en agua.

Se decidió a cruzar ese terrible umbral… y se abrazo con fuerza a sus cortezas. Y solo así, las energías de ambos se concentraron, alterando la gravedad, abriéndose un espacio que era un vacío, un blanco que era negro, un portal. Ella transformo su cuerpo como la alquimia y fluyo en estado líquido. Y en escaso tiempo, ese majestuoso árbol se la llevo por completo. Nadie se hubiera percatado de eso al mirar hacia el bosque ni por un segundo… El árbol simplemente la absorbió como el agua…

 

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